jueves, 21 de junio de 2012

Dolores que no acaban...

Llame a mi mama en la mañana, bien temprano. Mi pequeña esta enferma, yo estoy con asma. Necesitaba hablar, desahogarme. Me dijo que no tenía "quince minutos" para hablar conmigo. Enfurecí, maldije y le corte el teléfono. Le pregunte que se creía, contestarme así. Decirle a un hijo que no tiene quince minutos. Me dolió... mucho.

Después llame a mi hombre y llore, con pena, rabia, impotencia. Impotencia, porque a pesar de que me trata mal, tengo que suplicar semanas por su ayuda, suele comprometerse a cosas que nunca hace y siempre dice cosas hirientes, la necesito. La necesito porque tengo 29 semanas de embarazo y una nena de un año y siete meses. La necesito porque si ella no me ayuda, no me ayuda nadie. No hay nadie más. 

Me gustaría cortar lazos con ella, no verla más o verla muy poco, cortar esta maldita dependencia, pero no puedo. No tengo más opción que seguir aguantando. Aguantando los malos tratos, que vienen desde siempre. Las malas ondas, las manipulaciones, las críticas gratuitas, las agresiones. Porque si corto, me quedo sola.

No es justo, lo se. Me duele el alma, también. El único consuelo que tengo es que a mis hijas no les va a pasar. Ellas siempre van a contar conmigo y la una con la otra. Estoy gestando mi propia tribu. Y eso me da algo de paz...

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